Cristianismo

El cristianismo se basa en Dios, en su Hijo Jesucristo y en la Biblia, que es la Palabra de Dios. Un cristiano es alguien que cree en la Biblia y vive según las enseñanzas de Jesucristo. Vivir así trae paz y satisfacción aquí en la tierra y nos prepara para un hogar en el cielo.

Cristianismo

Dios Padre

La Biblia enseña que hay un solo Dios que siempre ha existido y siempre existirá. Dios conoce todas las cosas y su sabiduría y conocimiento son ilimitados.

La Biblia dice en Proverbios 15.3: «Los ojos del Señor están en todas partes; contemplan al malvado y al bueno».

Él está presente en todas partes y atento a todos al mismo tiempo. Podemos rezar a Dios dondequiera que estemos y cuando queramos.

Él escucha nuestras oraciones y responderá como mejor le parezca.

Sólo hay un Dios, pero se revela en tres personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Los tres son distintos, pero trabajan en completa armonía porque son uno.

La creación y la caída del hombre en el Cristianismo

En el Cristianismo, Dios creó el mundo y todo lo que hay en él. En cinco días, Dios creó el sol, la luna, las estrellas, la tierra, el agua, las aves y los peces. En el sexto día, Dios creó todas las criaturas en tierra firme, y luego creó al hombre a su imagen y semejanza.

El hombre es la corona de la creación de Dios y la expresión de su amor. Dios creó a Adán, el primer hombre, puro y sin pecado. Dios quería que el hombre le sirviera voluntariamente. Dio una orden sencilla a Adán y a su esposa Eva, pero ellos eligieron desobedecer. A causa de su pecado, fueron separados de Dios.

Su desobediencia llevó a todos bajo la maldición del pecado y la muerte. Dios era el único que podía redimir a la humanidad. Por su amor, «dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).

Dios Hijo en el Cristianismo

Según el Cristianismo, Jesucristo es el Hijo de Dios. Vino a la tierra como un bebé, nacido de una virgen por obra del Espíritu Santo. Jesús vivió la vida de un hombre corriente. Fue tentado por el Diablo de muchas maneras, igual que nosotros, pero nunca pecó.

Jesús anduvo haciendo el bien, curando a muchas personas de sus enfermedades en diversos lugares. Les enseñó sobre la salvación y el amor de su Padre. Su propósito al venir a la tierra era entregarse como sacrificio por el pecado de todo el mundo.

Como Jesús predicaba contra el pecado y el egoísmo, los líderes religiosos se enfadaron con él. Lo entregaron a las autoridades, que lo crucificaron. Tras su muerte en la cruz, sus discípulos depositaron su cuerpo en un sepulcro. Al tercer día, por el poder de Dios, Jesús resucitó de entre los muertos. Antes de regresar al cielo, enseñó a sus discípulos cómo establecer el reino de Dios.

Dios Espíritu Santo en el Cristianismo

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Divinidad. Revela la voluntad de Dios a los hombres. Reprende a los hombres por su idolatría y sus pecados. Invita al hombre a aceptar el sacrificio de Jesucristo como expiación de sus pecados.

Dios da el don del Espíritu Santo a todos los que creen en el Señor Jesucristo. Él es consejero en todas las dificultades de la vida, consolador en todas las tribulaciones. Él reprende a los hombres por su injusticia, guiándolos a toda la verdad.

La Biblia

La Biblia es la Palabra de Dios y su mensaje al hombre. No es un libro hecho por el hombre, sino que fue escrito por hombres santos de la antigüedad, movidos por el Espíritu Santo. La Biblia nos habla de la creación del mundo y del hombre.

Nos dice que todos han pecado y que el pecado separa al hombre de Dios. Explica el camino de la redención que libera a todo ser humano de la esclavitud del pecado. La Biblia nos enseña cómo vivir una vida piadosa y cómo prepararnos para la eternidad.

Vivir una vida cristiana – en el Cristianismo

Para ser cristiano, debemos ser conscientes de que somos pecadores. Debemos confesar nuestro pecado y aceptar al Señor Jesucristo como nuestro Salvador. Cuando entregamos nuestras vidas a Dios, Él nos llena del Espíritu Santo.

El poder del Espíritu que vive en nosotros nos permite amar y perdonar a los demás. Un cristiano se esforzará por alcanzar la pureza de corazón y la honradez. Cuando fallamos, la Biblia promete que «si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).

Después de la vida según el Cristianismo

La Biblia nos enseña que hay dos destinos eternos para el alma: el cielo o el infierno. Cuando morimos, el alma abandona el cuerpo para esperar el juicio final de Dios. En el juicio final, los salvados serán invitados al cielo.

Todos los que han rechazado a Dios serán enviados al infierno. El infierno es un lugar terrible. Es un pozo sin fondo de fuego ardiente preparado para el Diablo y sus ángeles. Todos aquellos que no han obedecido la voz de Jesús, sino que han vivido voluntariamente en pecado, arderán para siempre sin esperanza.

El cielo es el hogar de Dios. Es el lugar más hermoso de perfecta paz y descanso preparado por Dios. En el cielo no habrá más tristeza, dolor, hambre o enfermedad.

Es el hogar de todos aquellos que han abandonado el pecado y aceptado a Jesús como su Salvador. Allí, los salvados cantarán y alabarán a Dios para siempre.

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Vídeo sobre El Cristianismo

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